Con todo el respeto, pienso que algunos tradicionalistas se la cogen con papel de fumar. Le preguntan a monseñor Schneider en una entrevista:
En 4/9/2021 a las 20:00, Hispanorromano dijo:LSN: ¿Se podría considerar el código QR utilizado como prueba de vacunación una modalidad de la marca de la Bestia?
MS: Sí. Ese código contiene toda la información referente a la salud personal que ya está en manos del Estado. Según entiendo, el código en cuestión está relacionado con la vacuna. La vacuna contiene al menos algunos rastros de abortos, por muy lejano que esté el terrible asesinato de de niños, que ya de por sí es un acto satánico. La utilización de sus cuerpos, de sus tejidos, es también de por sí satánica, porque supone rebelión contra Dios, el Dador de la vida. En este caso, las vacunas manchadas de aborto tienen también sus huellas satánicas, aunque sean remotas, huellas de la Bestia. Así pues, la vacuna, con su correspondiente número de código, es un precursor de la marca de la Bestia. No digo que sea la marca misma de la Bestia, quede claro, pero en parte podría ser ya un adelanto de esa marca, y por ello hay que evitarla también. En cierto modo ese código es inmoral porque, repito, las autoridades ya se están adueñando totalmente del cuerpo de las personas.
Esta teoría la he escuchado mucho últimamente, pero hasta ahora nunca en boca de un obispo católico. Con vuestro permiso voy a tratar de responder a esto con otro planteamiento del mismo corte, ya que es un tema sobre el que he reflexionado en bastantes ocasiones a raíz de buscar respuestas con las que contestar las interpelaciones de algunos evangélicos y protestantes, que suelen utilizar este tema en su proselitismo:
Si damos por supuesto en este caso, que el código QR de la vacunación es una modalidad de la marca de la bestia por los motivos que aduce monseñor ¿qué podríamos decir entonces del DNI o de los distintos documentos de identificación nacional de los estados, donde se asocia el nombre de cada ciudadano a una cifra, y son imprescindibles ya no solo para poder vender y comprar, tal como aparece en la Biblia, sino para cualquier relación, profesión u oficio dentro de la legalidad?
Apo. 13. 16-17: "Y hace que todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se hagan una marca en la mano derecha o en la frente, y que nadie pueda comprar nada ni vender, sino el que lleve la marca con el nombre de la Bestia o con la cifra de su nombre."
¿Alguien puede hoy comprar o vender nada, siquiera ser legal y por tanto atendido por los demás, si no tiene "la cifra de su nombre en su mente o en su mano"? Y ¿acaso los estados propietarios de esos documentos, de los códigos y cifras que estos llevan, están libres de leyes y políticas anticristianas, que por lo general se oponen a la voluntad de Dios y a menudo consideran y hacen del hombre una bestia de carga, un animal de trabajo? ¿Somos acaso propiedad de esos estados por tener un documento con la cifra de nuestro nombre, o es la fe y voluntad de cada persona la que determina a quién pertenece su alma?
Hay precisamente en la Biblia, en el primer libro de las Crónicas, un episodio en el que el Rey David, al objeto de construir el templo, manda hacer el censo de Israel por inspiración de Satán, y Dios se lo reprocha con un castigo. Que yo sepa, es el único episodio del A.T. que de alguna forma puede tener alguna correlación con esas palabras de Juan en el libro del Apocalipsis del N.T., y sin embargo todo, nadie dice que nuestro Documento Nacional de Identidad pueda ser la marca de la bestia, siendo como es mucho más semejante a esa descripción de Juan, que la cartilla de vacunación del Covid.
A mi entender, esto ya se está yendo de madre por lo que cada vez con mayor frecuencia, vamos a ir asistiendo a declaraciones y discursos de personas con alta responsabilidad en la sociedad, que sin embargo se están situando en extremos completamente alejados de lo que debiera ser una sana búsqueda del bien común. Con cada día que pasa, unos y otros se encastillan más en sus posiciones, y no faltan ya, como hemos visto, quienes predican la rebelión o incluso el uso de la violencia si llegara el caso, o se afanan en señalar y denunciar al vecino, a mayor gloria todo del diablo, con tal de hacer valer lo que supuestamente consideran "lo suyo".
Pues sí, es posible que las vacunas tengan efectos secundarios graves, incluso muy graves, como centenares de otros medicamentos y sustancias químicas que ingerimos a diario y de los que nadie habla en los mismos términos. Por no mencionar las enfermedades sobre las que no se habla ni investiga, mientras se deja sufrir y morir a las personas afectadas indignamente, al no resultarles rentables a la industria farmacéutica, a los estados o a la industria en general. O tantas otras cosas semejantes e injustas de las que podríamos hablar.
Y no dudo tampoco de que detrás de todo este tema de las vacunas hay un inmenso negocio, que no será todo lo limpio que debiera. Como tampoco dudo de que muchos estén aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, para emprender dinámicas sociales e implantar políticas y medidas económicas, que a la larga van a ser muy perjudiciales para todos. Ya no por la pérdida de supuestas libertades y derechos positivos, sino incluso de los reales.
Pero no nos equivoquemos, todo esto no es algo nuevo que nos venga con el Covid y las vacunas, sino que si se quiere y como consecuencia de la epidemia, se están evidenciando muchas cosas injustas del mundo que dejan desnudo al emperador, como en el cuento, y algunos parece que se escandalizan de ello, como si a ellos mismos no "les colgasen" los mismos atributos. Así que, si vamos a ponernos rebeldes por defender la justicia y la verdad, hagámoslo con todo, pero lo que no está bien es que nos pongamos exquisitamente rebeldes con el tema de las vacunas, mientras en el mundo seguimos tapándonos los ojos y los oídos ante tantísima injusticia y falsedad como hay, o aún peor, esparciendo el odio y el egoísmo mientras denunciamos que se sigue conculcando la Ley de Dios, es decir, la falta de Amor.
Recientemente, un amigo en el foro me sugería si era posible que el escritor español, Juan Manuel de Prada, actuase movido en sincronía con las palabras de este monseñor, dado el reciente artículo que el autor publicaba en su tribuna del ABC, bajo el título de "La marca de la Bestia".
Y yo le respondía que ignoro si toda esta confabulación antipapal la dirige Schneider -entiendo que no-, o si este solo es un danzante más del tenebroso espectáculo al que estamos asistiendo. Pero lo que a estas alturas parece que va quedando bastante claro, es que, dentro de la Iglesia Universal hay una grave corriente cismática contra el Papa Francisco, que posiblemente a mi entender, tenga su germen fundamental en la simbiosis formada por el liberalismo y la teología de la prosperidad. Una forma de entender la fe surgida originalmente en América, que se ha extendido y ha contaminado a gran número de fieles y prelados en todo el mundo a través de la influencia que ejercen las redes, la prensa y el pensamiento liberal. Y que dadas las consecuencias de la pandemia sobre la economía, y dada también la pastoral social del Santo Padre, entre los sectores socialmente más prósperos y acomodados de la Iglesia, y por lo general más contaminados de dicha teología, se ha extendido la idea de que este Papa pueda ser el mismísimo demonio, pues a su modo de ver las cosas, éste estaría contribuyendo a consolidar ideas y políticas socialistas que les son contrarias, y que gracias en parte a la pandemia están viviendo un momento álgido, después de años de declive tras la caída del comunismo y posterior hegemonía de la ideología liberal.
Que este u otros monseñores eminentemente críticos contra el Papa, estén contaminados de dicha teología o sus motivos sean otros, no podemos saberlo con certeza. Pero lo que si podemos suponer es que dicha corriente sea el principal vector de contagio, de un modo de pensar esencialmente opuesto a lo que predica el Papa. Y sea como fuere, es ya una obviedad que estos prelados están alentando a los fieles a posicionarse contra él, llevando a muchos católicos a perderse por las sendas del cisma e incluso de la apostasía, al tomar muchos de ellos posiciones que por lo general no se quedan en la corrección fraterna o la crítica, sino que de facto y forma beligerante suponen una abjuración de la verdadera fe, al fundamentarse en gran medida en el odio, la inmisericordia y la falta de caridad.
Si Prada obra de motu propio en sincronía con las cabezas visibles de esa corriente cismática, o si simplemente se está viendo arrastrado por ella, tampoco podemos saberlo, aunque de buena fe presumo que pueda ser lo segundo dada su trayectoria. Pero resulta evidente que se está moviendo en buena medida empujado por esta, a tenor de lo escrito en ese artículo u otras cosas en sentido similar que viene diciendo últimamente, contribuyendo así a extender el cisma.
Lo de Bill Gates y la vacuna como marca de la bestia no es nuevo, ya lo señalaban al comienzo de esta historia los habituales "círculos conspiranoicos", cuando comenzó a hablarse de la naturaleza del virus y de la investigación de las entonces posibles vacunas. Pero al parecer y como ocurre con el virus del Covid, también este de la conspiranoia parece haber mutado, haciéndose ahora más grave, ya que afecta incluso a las mentes más preparadas y en teoría también a las más devotas. Es decir, a las teóricamente mejor vacunadas.
En cualquier caso y más allá del ámbito de las suposiciones, pienso que el mero hecho de pretender establecer en la conciencia de cualquier católico, y no me refiero solo a obispos o intelectuales, sino en la de toda persona sencilla y de buena voluntad, independientemente de su formación o condición, el terrible y falso dilema de verse obligado a elegir entre Cristo o las vacunas, es decir, entre salvar su alma o la vida de sus hijos y familias, me parece una aberración de lo más abyecta y retorcida, marca esta sí de la bestia, el demonio y todo el elenco de terribles villanos que desde antaño militan en las filas del mal, por decirlo de algún modo gracioso para quitarle hierro al asunto.
Que sepamos no existe ningún gobierno o autoridad internacional en todo el mundo, que esté obligando a la gente a apostatar de su fe para recibir atención sanitaria frente a la pandemia. Si acaso podría denunciarse que están primando sobre todo y como siempre, los motivos económicos, pero eso es otra cosa. Sin embargo, estos "pseudo tradicionalistas partisanos" de nuevo cuño, que por lo general utilizan la religión para defender su liberal modo de vida y su holgada economía, sí que están pretendiendo obligar a la gente a tomar esa terrible decisión en su conciencia, a fuerza de amenazar con las terribles penas del infierno a quienes se dejen, según ellos, seducir por los engaños del "Papa comunista". Algo que para mi evidencia de manera clara y distintiva la distorsión de la fe y la contaminación ideológica en la que se mueven, a la vez que una falta de caridad tremenda y una terrible mala voluntad para con el prójimo. Nada que ver todo esto con lo que debiera ser la prédica de un buen católico o nos enseña la Santa Tradición.
Dice Prada:
CitaLa apariencia material de la ‘marca de la Bestia’ podemos imaginarla de mil maneras, según los adelantos tecnológicos de cada época. Pero esto no nos servirá para penetrar en su auténtica naturaleza. Pues, según se nos narra en el Apocalipsis, esta ‘marca de la Bestia’ no la imprime la Bestia del Mar, sino la Bestia de la Tierra. Todos los exegetas del Apocalipsis coinciden en identificar a la Bestia del Mar (con sus siete cabezas que simbolizan una coalición mundial) con un Anticristo de naturaleza política; y coinciden en identificar a la Bestia de la Tierra (que tiene «dos cuernos como de cordero», remedando a Cristo, pero habla «como una serpiente») con un poder religioso corrompido que falsifica la religión y la pone al servicio del Anticristo político, empujando a los hombres suave y melosamente (como lo haría un corderito) a la apostasía. Así que esta ‘marca de la Bestia’, independientemente de su naturaleza material, debe incorporar una profesión de apostasía religiosa. Dicha profesión puede ser neta y expresa (abjurando de Dios) o bien mediante la participación (a sabiendas) en acciones horrendas que la denotan (una misa negra o ceremonia en la que se descuarticen fetos, por ejemplo). Y esta ‘marca de la Bestia’ se llevará en la frente y en las manos (donde la frente simboliza el modo de pensar y las manos el modo de obrar); es decir, incorporada a nuestra propia vida, a nuestro propio cuerpo, con publicidad y descaro, libre y voluntariamente, con orgulloso afán de proselitismo.
Y me pregunto yo, ¿no es acaso eso mismo remarcado en negritas, lo que podría representar esa supuesta "nouvelle résistance", comandada por algunos obispos y extendida entre muchos católicos, contra la autoridad del Papa y la unidad de la Iglesia?
Porque ¿no es acaso el modernismo liberal, el que ha establecido las nuevas reglas por las que se rigen las naciones, obligando a todos a censarse y aceptar el derecho positivo y las políticas anticristianas que surgen de él para poder vivir? Esto es, haciendo que todos lleven en su mano o en su mente el documento que les acredita como ciudadanos partícipes de una nación que ampara y promulga el mal, y que impide a nadie que no lo haga "comprar ni vender", tal como señala el texto del Apocalipsis de Juan.
¿No es acaso ese mismo liberalismo perverso que a menudo utiliza la religión para servir a sus intereses políticos y económicos, el que se puede estar viendo gravemente afectado por las medidas sociales contra la Covid y también por la prédica social del papa, viéndose obligado a hacerles frente en un todo común?
¿No es acaso esa corriente pseudo tradicional que se opone al Papa, cismática y confluyente en dicho sentido con el liberalismo más radical, y con el de la modernista teología de la prosperidad, surgida originalmente en el seno del pentecostalismo americano aunque extendida ahora a buena parte de la feligresía católica liberal, las que en su conjunto militan en un frente común contra el papa Francisco en nombre de la supuesta libertad?
¿No se podría concluir de todo ello, que la batalla que presentan estos pseudo tradicionalistas contrarios al Papa, lejos de ser una batalla por la fe, lo que tratan es de conservar o establecer cierta hegemonía ideológica liberal en el gobierno de la Iglesia?
¿Y no sería esto último, por tanto, "un poder religioso corrompido que falsifica la religión y la pone al servicio del Anticristo político, empujando a los hombres suave y melosamente (como lo haría un corderito) a la apostasía", en palabras de Juan Manuel de Prada?